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OSCAR DE JUAN: "LO QUE LOS PADRES DEBIÉRAMOS SABER SOBRE "EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA"

La Tribuna de Albacete (04/07/2007)TOCANDO FONDOÓscar de Juan.
Lo que los padres debiéramos saber sobre “Educación para la ciudadanía”. 
 
Es como si a un niño muy goloso, con problemas de obesidad y diabetes, le dijera el médico: “No te prives de ningún dulce; los de ahora contribuirán a estilizar tu línea y a mejorar tu salud”.
 La asignatura Educación para la Ciudadanía (EpC) está ahí, a la vuelta de la esquina (en algunas regiones,  a la vuelta del verano).  El desarrollo autonómico de las directrices de la LOE y la elaboración de los primeros materiales didácticos han disparado todas las alarmas. ¡Es mucho peor de lo que se temía!  Reflexionando sobre el tema he llegado a unas conclusiones que desearía compartir con los padres preocupados por la educación moral de sus hijos (¿hay alguno que no lo esté?).   Los padres (y los políticos que nos representan) debiéramos saber:    1.        Que el adoctrinamiento moral que la asignatura persigue resulta incompatible con los principios de un Estado democrático y laico.  Imposiciones educativas de esta índole son propias de estados autoritarios, incluyendo el franquismo con su “Formación del Espíritu Nacional".  La referencia a leyes parecidas en algunos estados democráticos europeos no deja de ser una coartada.  Los materiales utilizados en esos países son moralmente neutros, semejantes a los que nuestros hijos vienen discutiendo en las clases de tutorías. Quienes han pretendido  ir más lejos, como es el caso de Gran Bretaña, han generado como reacción el movimiento “home school” (los padres no llevan a los hijos al colegio; prefieren enseñarles en sus propias casas).  Los promotores de EpC, tratan de vender la asignatura como la expresión del consenso moral en sociedades avanzadas.  ¿Consenso? Pocos padres darían el SI en un referéndum que preguntara: “¿Le parece bien que Gobierno de turno obligue a sus hijos a aprender los valores políticamente correctos?  ¿Avance?  Las prácticas que ahora se difunden como valores ya fueron narradas en el Génesis (Sodoma y Gomorra) y en las crónicas del Bajo Imperio Romano (de lo más bajo del Imperio Romano).  No faltaron filósofos, como Epicuro, que justificaran la moral relativista y hedonista de su sociedad.  Pero su lógica es tan endeble que apenas han merecido unas cuantas páginas en la historia de la Filosofía.2.        Que las partes jurídicas y éticas podrían cubrirse mejor desde otras asignaturas ya existentes.  Si tan importante es el conocimiento de los derechos fundamentales y de la cultura ética (que lo es), ¿por qué no se explican en las clases de Sociales y de Filosofía por los verdaderos especialistas?  A lo mejor es que el Gobierno no desea que se conozca el primero de los derechos fundamentales ( el derecho a la vida)   pero sí el derecho al aborto (que se opone al anterior y que no figura ni en la Constitución, ni en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre).  A lo mejor es que el Gobierno no desea explicar las diferentes concepciones filosóficas sobre la libertad humana, sino sólo una, la última, la suya.  3.        Que el peligro de pervertir es mucho mayor que las posibilidades de educar.  Del iceberg sólo emerge una séptima parte de su volumen, pero es lo que se ve y le identifica.  Otro tanto puede ocurrir con la EpC. Acepto que los títulos de los temas y una buena parte de los contenidos se referirán a valores tan importantes como la  igualdad, libertad, diálogo, paz,  tolerancia...  Admito que la mayoría de los profesores pondrán lo mejor de su parte para animar a los estudiantes a ser responsables en sus estudios, a evitar la violencia, etc.  Lamentablemente, los jóvenes están hartos de oír tales máximas y consejos.  Les entran por un oído y les salen por el otro.  Lo que captará su atención serán las novedades.  Alucinarán cuando lean en los libros u oigan de labios del profesor que la sexualidad es lo más natural del mundo y que han de disfrutarla desde ya.  O cuando, tras proyectar una película, les presenten como modelos a imitar unas conductas que ellos habían considerado ficticias y dañinas.  Es como si a un niño muy goloso, con problemas de obesidad y diabetes, le dijera el médico: “No te prives de ningún dulce; los de ahora contribuirán a estilizar tu línea y a mejorar tu salud”.4.        Que la ley creará una torre de Babel donde la confusión y la polémica irán en aumento.  Cada cambio de gobierno nacional puede alterar las directrices estatales sobre EpC.  Los gobiernos autonómicos las colorearán con sus propios pinceles, haciéndolas más confusas si cabe.  Cada centro escolar dará su vuelta de tuerca. Y cada profesor explicará lo que le venga en gana.  Centros, profesores y alumnos pueden quedar sometidos a una presión político-ideológica insoportable e innecesaria.  Concluyendo.  La educación moral de la ciudadanía es algo tan importante que no puede dejarse en manos de los políticos.  El Estado (sea cual sea su color) ni sabe, ni puede, ni debe educar en valores.  El problema no radica ni en las formas ni en los contenidos (que también).  Lo que resulta inadmisible es que los poderes públicos se arroguen las competencias para la educación moral de los ciudadanos y traten de hacer pasar por el mismo aro a todos los escolares, incluso contra la voluntad expresa de los padres.  La mejor solución sería retirar la asignatura,  a semejanza de lo que se ha hecho con otras leyes rechazadas por ciudadanos de todos los partidos.  Si no se atreven a eliminar la asignatura, debieran dejarla como optativa y poner una etiqueta donde se aclarasen los ingredientes, a fin de que los padres conozcan lo que van a comer sus hijos.      

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