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OSCAR DE JUAN

La Tribuna de Albacete (21/03/2007) TOCANDO FONDOÓscar de Juan.  
Educación para la ciudadanía.  Nada más conveniente … si bien se hiciera.
 
La gran tentación del estado laico consiste en instaurar por ley su religión civil, llámese “‘Educación para la Ciudadanía” o “Teoría de la relatividad moral””
 Hace tres años, por motivos laborales, hube de desplazarme con toda la familia al Reino Unido durante un curso académico completo.  Un día uno de nuestros hijos vino con un documento regalado por la dirección del centro a todos los alumnos que habían culminado la educación secundaria obligatoria.  El documento les recordaba que, a sus dieciséis años, ya eran mayores de edad en amplias parcelas de sus vidas. En el amplio catálogo de derechos (deberes no recuerdo haber visto) figuraban estos tres: (1) Tienes derecho a que te ayuden a encontrar tu orientación sexual. (2) Tienes derecho a tener relaciones sexuales, pero hazlo con responsabilidad (usa preservativos).  (3) En caso de un embarazo involuntario reclama tu derecho a abortar; no arruines tu vida y tu libertad.   Inquiriendo sobre el tema me explicaron que se trataba de un resumen práctico de lo que se aprende en “Educación para la ciudadanía” y que se entrega a los alumnos en los colegios concertados que en lugar de esa asignatura han optado por la religión.  Dio la casualidad que en aquel corro se encontraba una sencilla madre de familia que, en su rechazo a la asignatura, llegó hasta la mismísima Corte Suprema.  Con una mezcla de tristeza y esperanza comentó: “Estuvimos a punto de ganar. Si en su país aprobaran una ley parecida, no duden en impugnarla”.                No imaginé yo que estuviera tan cerca y que pintara tan mal.  Quienes defendemos la libertad individual y familiar tenemos a nuestro favor la Constitución española de 1978 cuyo artículo 27.3 dice: “Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones”.  El texto da a entender que la asignatura de Educación para la Ciudadanía sólo sería constitucional si es optativa.  Su papel consiste en llenar el vacío formativo de los escolares cuyos padres reclaman una ética ajena a cualquier religión.  Pero ello no legitima al Estado a hacer pasar por el mismo aro al 80% de familias que hasta el presente han manifestado su confianza en una educación moral católica y que en el futuro podrán hacerlo con cualquier otra religión. Entendámonos. Los padres no estamos pidiendo a los gobernantes de hoy o de mañana que llenen la nueva asignatura con unos contenidos más acordes con nuestras convicciones morales.  Les pedimos simplemente que respeten nuestra libertad de ofrecer a nuestros hijos la formación moral que entendemos les ayudará a ser mejores personas y mejores ciudadanos.  Además de optativa, la nueva asignatura habría de ser verdaderamente laica, esto es, abierta y objetiva.  En materias morales el Estado puede informar, no formar.  La asignatura de ciudadanía habría de explicar los derechos y deberes fundamentales de las personas, advirtiendo que algunos tan importantes como el derecho a la vida han sido interpretados de diferentes maneras por diferentes legisladores.  En la asignatura podrían también contrastarse las  propuestas y argumentos de las principales corrientes éticas, pero siempre en forma descriptiva: “esto lo dijo Aristóteles, aquello Kant; esta es la doctrina católica, mientras que el movimiento gay propugna eso otro...”   Nuestra duda es: ¿No sería preferible explicar (bien y para todos) los derechos fundamentales en la clase de Sociales y las teorías éticas en la de Filosofía?  A los alumnos que no asistan a las clases de Religión, ¿no les aprovecharía más una rato de biblioteca?  Sea como fuere, lo importante es que cualquier asignatura de educación moral sea optativa y sus contenidos aparezcan bien precisados.  El régimen del comedor escolar nos ofrece un modelo a considerar.  El “maitre” nos  informa con antelación lo que van a comer nuestros hijos cada día de la semana y nos deja libertad para llevarles al comedor escolar o que se lleven el bocadillo de casa.                      Me sorprende y congratula el interés que nuestros políticos han empezado a mostrar por la educación moral de los niños y adolescentes, educación que se concreta en potenciar una serie de valores humanos.  Dejar una hora semanal del horario escolar para estos fines constituye todo un gesto de nuestras autoridades.  Pero el remedio sería peor que la enfermedad si los políticos se arrogaran el derecho a dictar “sus” normas morales y pretendieran moldear con ellas a los escolares.  La gran tentación del Estado laico consiste instaurar por ley su religión civil, llámese “Educación para la ciudadanía” o “Teoría de la relatividad moral”.  El Estado dejaría de ser laico y sus bases democráticas quedarían muy erosionadas.  A quien lo ponga en duda le invitamos a mirar los proyectos educativos de la Unión Soviética tras la revolución comunista de 1917, o los del nacional socialismo alemán en los años treinta.  Sus intenciones eran tan buenas o mejores que las de nuestros gobernantes.  Las consecuencias …

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